La caza y la deforestación son los principales factores que ponen en riesgo la existencia de las especies de Panamá, que actualmente, a pesar de que existen numerosos animales, la falta de alimento merma su población como ya ha sucedido con el conejo pintado, la zariguella de cuatro ojos y el venado de cola blanca.
Por Raquel Sánchez
Panamá, 25 de febrero (EFE).- En el denso paraíso boscoso de la isla de Barro Colorado, trópico panameño, ocelotes, pumas y jaguares son estudiados por científicos que luchan por evitar lo que puede ser el futuro inminente de estos felinos, la extinción, y para ello realizan censo que consideran una pieza clave para su salvación.
En el verdor de Barro Colorado, un Monumento Nacional y área protegida, se difumina entre gruesos árboles y alfombra de hojas, una larga trocha de senderos utilizadas por felinos y demás animales.
A su paso, datos son recopilados por dos científicos que buscan conocer su comportamiento en un medio natural que jamás ha sido alterado por humanos.
Los docentes de la Universidad Estatal de Montclair, Estados Unidos, Jacalyn Giacalone Willis y su esposo Greg Willis, colocan en uno de los caminos de la isla lo que ellos han denominado unas 27 «cámaras trampas», para tener instantáneas de mamíferos que a simple vista en el bosque tropical no son fácil de ver.
Estos dos expertos, que desde 1982 realizan el censo anual a pie por la parcela de bosques de mil 500 hectáreas, recopilan a través de las fotos el comportamiento de los mamíferos, especialmente el de ocelotes (Leopardus pardalis), convertido en el animal bandera del estudio.
Mientras su esposo Greg anclaba una de sus herramientas, la zoologa Giacalone cuenta que no fue hasta 1994 que empezaron a usar cámaras de rollo con capacidad de 24 fotos, un irrisorio número comparado con las digitales usadas hoy en día, que les permite tomar unas 8.000 en sólo 6 meses.
«En 2009 colocamos las nuevas cámaras equipadas con sensor de movimiento, flash blanco, infrarrojo, y otras con opciones de vídeos de hasta 15 segundos. Desde el uso de ellas tenemos en la base de datos más de un millón de imágenes», relató Giacalone a EFE durante un recorrido en la isla tropical.
Un hito que marcó el estudio fue la foto de un jaguar (Panthera onca) en ese año.
El Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI, por sus siglas en inglés), que regenta la zona desde 1946, publicó el hallazgo, demostrando que la presencia de la especie amenazada aún sobrevive en Barro Colorado.
La documentación recopilada ayuda a los científicos a comprender el balance y los cambios de los mamíferos del trópico, cuyo clima influye en la biodiversidad de un ecosistema único en el mundo.
«Nos preocupan ciertos datos, hay áreas que tienen una gran densidad de especies de mamíferos pero no hay suficientes alimentos, podrían bajar las poblaciones hasta el punto de extinguirlas. Estas no pueden continuar en áreas tan pequeñas a menos que sean debidamente protegidas», alerta la científica.
Lamentablemente ya ocurrió: el conejo pintado (Cuniculus paca), la zariguella de cuatro ojos (Philander opossum) y el venado de cola blanca (Odocoiceleus virginianus) mermaron su presencia en la isla.
En el entorno boscoso donde es común escuchar a los monos aulladores y el trinar de aves como la oropendola y la garrapateros, Giacalone reportó en el censo a unas 35 especies de mamíferos, a excepción de los murciélagos que son objeto de estudio de otros especialistas.
En un laboratorio del STRI dentro de la reserva, el científico Willis hace un paréntesis mientras cataloga unas foto y destaca al ocelote mientras mira mancha por mancha de este animal escurridizo, que se posa frente al lente de la «cámaras trampa», y, como si fuera un conocido, lo describe por su nombre.
«Bella, Flash, Diego y Signo de Interrogación» son algunos de los nombres de los 35 felinas identificados.
Giacalone comenta que «es más fácil colocarle un distintivo que usar números, sus manchas delatan quién es cada uno».
Explica que el ocelote es un animal que puede vivir unos 16 años en el medio salvaje, es muy dócil, y que las personas han creado mitos de su comportamiento debido a que estos sólo cazan especies muy pequeñas.
Aunque ha sido tomado como muestra para realizar un estudio comparativo, la académica reflexionó al sostener que por la caza y la deforestación del entorno natural, el ocelote se encuentra en peligro, incluso en «parques y áreas protegidas».
«Es preocupante que dentro de 25 años no se encuentren algunos individuos en los ecosistemas tropicales de Panamá, el temor latente es que pueda pasar con ocelotes. Creemos que el estudio pueda detener ese problema para salvar a ciertas especies», advirtió Giacalone.